Erik Erikson y el desarrollo psicosocial deficiente como camino a las conductas antisociales y criminales Descargar este archivo (8. Hikal Wael.pdf)

Wael Sarwat Hikal Carreón[1]

Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Autónoma de Nuevo León

Resumen

El presente artículo pretende articular la teoría de Erikson con algunos elementos de la Criminología para llegar a una aproximación al entendimiento del desarrollo de las conductas desviadas, antisociales y criminales desde este enfoque eriksoniano. Más allá de profundizar en la teoría de Erikson, se presentan conceptos claves de su teoría como sus principales aportes y sobre quién basó sus estudios, la secuencia epigénetica del desarrollo de la personalidad basado en acumulación de factores, el desarrollo psicosocial y sus aspectos positivos y negativos, para dar lugar a los estadios que desarrolló Erikson, en los cuales según este autor hay retos básicos que de superarse, resultan virtudes, pero de no lograrlo, frustraciones y acumulamiento de tensiones en determinadas áreas, lo anterior, permitirá ir relacionando la conducta criminal con tales aspectos no superados positivamente. Finalmente, se presenta otra articulación de esta teoría, pero ahora desde el aspecto político-criminal de salud.

Palabras clave: conducta antisocial, Criminología, Desarrollo psicosocial negativo, Erik Erikson.

Abstract

This article aims to articulate Erikson's theory with some elements of Criminology to arrive at an approach to the understanding of the development of deviant, antisocial and criminal behaviors from this Eriksonian approach. Beyond delving into Erikson's theory, key concepts of his theory are presented as his main contributions and on whom he based his studies, the epigenetic sequence of personality development based on accumulation of factors, psychosocial development and its positive and negative aspects, to give rise to the stages that Erikson developed, in which according to this author there are basic challenges that, if overcome, are virtues, but if not achieved, frustrations and accumulation of tensions in certain areas, the above, will allow to relate criminal behavior with such aspects not overcome positively. Finally, another articulation of this theory is presented, but now from the political-criminal aspect of health.

Keywords: Antisocial behavior, Criminology, Erik Erikson, Negative psychosocial development.

Introducción

Biografía e influencias en su vida

Erik Erikson nació en Frankfurt el 15 de junio de 1902, falleció en 1994 a los 92 años. Su padre biológico abandonó a su madre antes del nacimiento de Erik, y ella, Karla Abrahamsen se casó posteriormente con el pediatra de Erik, Theodore Homberger, quien lo adoptó y dio su apellido. Este quería que estudiara Medicina, pero el joven Erik resistió las presiones de su padrastro para que siguiera su misma carrera (Bordingnon, 2005).

Al terminar los estudios básicos, decidió ser artista, pero dejo de asistir a las clases en la Escuela Estatal de Arte de Baden, y viajaba sin rumbo por Europa, adoptando una vida de vagabundo (Mejía-Rivera, 2017). A sus 25 años un compañero de la escuela, Peter Blos, lo invitó a concursar una plaza para profesor de pintura y arte en una escuela que dirigía una amiga de Anna Freud (Dorothy Burlingham), la cual lo psicoanalizó, asimismo, este se formó en la Sociedad Psicoanalítica de Viena (Vallejo Orellana, 2002).

Erikson siguió el consejo de su amigo y a finales de 1920 colaboraba con Anna Freud, convirtiéndose en uno de los primeros psicoanalistas en tratar con la psiquiatría infantil, aun cuando no tenía licencia profesional para hacerlo, lo hizo de manera informal. Erikson hablada frecuentemente con Anna y se veía ocasionalmente con Sigmund en situaciones personales como excursiones familiares (Bordingnon, 2005; Vallejo Orellana, 2002).

Durante su estancia en Viena, Erikson estudió en la Escuela Montessori, donde el énfasis especial se dirige hacia la protección del sano crecimiento de los niños. Posteriormente, la formulación de Erikson de una teoría del desarrollo infantil fue influida en gran medida por sus experiencias en esta escuela y su preparación psicoanalítica. Intento ejercer el Psicoanálisis en Dinamarca, sin lograr triunfo.

Entonces viajó a Estados Unidos de América y estableció su práctica en Boston. Henry A. Murray (fundador de la Sociedad Psicoanalítica de Boston) le dio su primer puesto en ese país en la clínica psicológica de Harvard, donde pudo llevar a cabo el Psicoanálisis con niños. Un compañero de Erikson le llamaba: “Doctor en nada”. Erikson fue la excepción y, por supuesto, llego a ser el psicoanalista sobresaliente (Woolfolk, 2006).

Se casó con Joan Mowat Erikson (originalmente nacida en Canadá con el nombre: Sarah Lucretia Serson), profesora de danza, quien se había mudado a Europa para realizar una investigación sobre danza para obtener el grado de doctorado, también sería una escritora sobre el desarrollo humano. Esta fue colaboradora de Erik para el desarrollo de su teoría, por otra parte, ella tenía la creencia que el Arte tenía sus propias cualidades sanadoras. En 1933 se mudaron a Estados Unidos de América, ambos se nacionalizaron estadounidenses, una vez nacionalizado en 1939 eligió el nombre de Erik Erikson (originalmente hubiese sido: Erik Abrahamsen, por su madre, luego de su adopción: Erik Homberger Abrahamsen, aparentemente, Erikson, era el apellido de su padre biológico).

Destacó por sus contribuciones a la Psicología con sus trabajos sobre el desarrollo infantil y la crisis de identidad (Woolfolk, 2006). Erikson desarrolló el concepto de “crisis de identidad” (Huerta Orozco, 2018) que él mismo vivió, esta se puede entender como una crisis normal y cultural del desarrollo que se basa en un aumento de conflictividad, caracterizada por una aparente variación incontrolable de la fuerza del “yo” (lo que hay que controlar), así como por un elevado potencial de desarrollo (Papalia, Wendkos Olds y Dustin Feldman, 2009).

En los jóvenes con conducta criminal, es notable tal crisis de identidad, cuyas aspiraciones son impuestas por los medios de comunicación, que no cumplen con un papel de sana instrucción, sino de deformación, inyectando en ellos, metas complejas de alcanzar por medios legítimos y con el tiempo necesario, sino, estereotipos de fama, poder, control, dominación, reconocimiento, etcétera, que deforman el desarrollo al cotejarse la realidad, lo observado en el medio de comunicación y los medios para lograr tales metas o modelos (Tieghi, 2011).

Erikson estudió grupos de niños indígenas de EUA para la formulación de sus teorías, análisis que le permitieron relacionar el crecimiento de la personalidad con los valores sociales y familiares. De 1936 a 1939 ocupó el cargo de investigador asistente en Psicoanálisis en la escuela de Medicina de Yale. De 1939 a 1951 fue investigador asociado en el Instituto de Bienestar Infantil y después profesor de Psicología en la Universidad de California, Berkeley. En 1950 escribe su primer libro: Infancia y Sociedad, que se convertiría en un clásico en ese campo, el libro fue por demás conocido, traducido en: Japonés, Sueco, Alemán, Español, Francés, Hebreo, Finlandés, Holandés, Italiano, Noruego y Danés, durante 13 años se vendió abundantemente.

Entre los años de 1951 a 1960, fue asesor en el Centro Austen-Riggs y profesor en la escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburg. En 1960 se le ofreció el cargo de profesor en la Universidad de Harvard a pesar del hecho de que nunca recibió un título universitario. Entre otras obras destacan: Identidad. Juventud y Crisis, El Joven Lutero, La verdad de Gandhi (libro por el cual ganó el Premio Pulitzer y el National Book Award), con su esposa Joan: Envolvimiento Vital en la Vida Adulta y El Ciclo Vital Completado. La mayor aportación de Erikson es su teoría sobre el desarrollo psicosocial (Papalia, Wendkos Olds y Dustin Feldman, 2009).

Ampliaciones en la teoría de la personalidad de Erikson en comparación con Freud

Erikson amplió el análisis de Freud en cuatro formas principales:

  1. Acrecentó la comprensión del “yo”, presentándolo como un auxiliador de dificultades que surgen del contexto cultural, histórico y biológico de cada sujeto; es decir, extendiéndose de la perspectiva psicosexual de Freud;
  2. Expuso más las etapas del desarrollo de Freud, marcando un espacio social que estaba poco tomado en cuenta en la teoría freudiana y no estaba clara;
  3. Amplió las nociones de desarrollo para comprender los periodos de vida desde la infancia hasta la vejez, y
  4. Examinó el impacto en el desarrollo de la cultura, sociedad y historia en la personalidad (Montes De Oca González, Macías Bestard, Vera Vergara, Maynard Bermúdez y Maynard Bermúdez, 2009).

Señalan Freedman, Et. al. (1979) que:

Erikson extendió el estudio del niño en desarrollo más allá de la pubertad, subrayando que el “yo” continúa adquiriendo nuevas características a medida que va encontrando nuevas situaciones a través de la vida. También desplazó el centro de interés del Psicoanálisis de la patología a la salud, proporcionando un cuadro de cómo el “yo” puede desenvolverse en general de manera sana, dado un ambiente correcto.

Erikson escogió al “yo” como el instrumento por el cual una persona organiza la información exterior, valora la percepción, selecciona los recuerdos, dirige la acción de manera adaptativa e integra las capacidades de orientación y planteamiento. Este “yo” positivo promueve un significado de identidad en un estado de elevado bienestar. Este estado de bienestar es el que uno siente cuando lo que es y hace muy cerca de lo que desea y siente que debería ser y hacer. El deseo y el deber constituyen polos en el esquema de Erikson. Deseos excesivos e insistentes ejercen su influencia desde un extremo del eje horizontal, y las restricciones internalizadas de los padres y la sociedad tiran del otro extremo. El “súper yo”, según Erikson es tan salvaje como el “ello” (p. 128).

Elementos epigenéticos en el desarrollo de la vida

Las etapas propuestas por Erikson son epigenéticas; es decir, una etapa se desarrolla sobre otra en un patrón secuencial y jerárquico. En cada nivel sucesivo la personalidad humana se vuelve más compleja (Bordingnon, 2005).

DiCaprio (1989) da una explicación sobre este principio y apunta que:

Este principio enuncia que el curso de desarrollo está programado genéticamente y que el despliegue maduracional sigue una secuencia con un patrón definido. Las relaciones del individuo con su medio dependen de cambios biológicos, las exigencias biológicas y ambientales deben entrelazarse, los requerimientos internos y externos deben corresponder, en cierto grado al menos, para que el individuo desarrolle y funcione normalmente en una cultura en particular. Cualquier comportamiento puede entenderse en función de ajustes biológicos, psicológicos y sociales.

Aunque recalca el papel del “yo”, Erikson también acepta el del “ello”, a través de las influencias del ambiente social, las necesidades deben satisfacerse dicho en un escenario. El diseño genético dirige al individuo en desarrollo, pero éste se da en un ambiente cultural anterior, el cual también tiene una estructura dinámica. Freud subrayó el desarrollo dinámico de los instintos, pero Erikson agrega la función dinámica de la cultura. El desarrollo no ocurre en el vacío, sino más bien un ambiente cultural que impone exigencias poderosas.

Todos los organismos, incluso los humanos, tienen una naturaleza determinada hereditariamente, que se manifiesta en el crecimiento de manera ordenada. El curso del desarrollo es notablemente similar entre miembros de una determinada especie y un individuo en particular puede predecirla con bastante confiabilidad, pero aun cuando se produzca el crecimiento dentro del organismo, sólo ciertas situaciones del ambiente pueden hacer esto posible, ya que todos los organismos requieren de alguna forma de nutrición y, en el caso de los seres humanos, una gran cantidad de apoyo sociocultural (p. 172).

Cada aspecto del desarrollo de la personalidad es el resultado conjunto de factores internos y externos. Aunque el crecimiento es un proceso orgánico, el desarrollo biopsicosocial es imposible sin las interacciones de las esferas físicas, psicológicas y sociológicas. Muchas experiencias, tanto dolorosas como agradables, pueden alterar el desarrollo psicobiológico durante ese periodo (Huerta Orozco, 2018).

Desarrollo psicosocial y efectos positivo y negativo en la personalidad

En su discusión sobre las etapas psicosexuales del desarrollo, Freud se concentró en su carácter biológico y tendió a rechazar los aspectos sociales. Para Erikson las etapas se encuentran en definitiva en un desarrollo psicosocial, en el que los niños tratan de entender y relacionarse con el mundo. En efecto, Erikson hizo clara la extensión social que estaba latente, incluso algo ausente en la obra de Freud (Papalia, Wendkos Olds y Dustin Feldman, 2009).

Al tratar de seguir el curso del desarrollo social, algunos teóricos han considerado la manera en que la sociedad presenta retos que cambian a medida que madura el individuo. Según Erikson, los cambios evolutivos que se dan durante nuestra vida corresponden a una serie de ocho etapas del desarrollo psicosocial (Woolfolk, 2006).

Erikson sostiene que el paso a través de cada una de estas etapas involucra la resolución de crisis o conflictos; de acuerdo con esto, cada etapa de las ocho representa los aspectos más positivos y negativos de las crisis de ese período (Ríos Patio, 2017). Si bien esas crisis nunca se solucionan completamente (ya que la vida se vuelve cada vez más compleja), deben superarse de manera adecuada para enfrentar los requerimientos de las siguientes etapas de desarrollo (Papalia, Wendkos Olds y Dustin Feldman, 2009).

Las primeras cuatro etapas propuestas por Erikson son basadas en las etapas psicosexuales de Freud; es decir: De la oral a la latencia. Erikson subdividió entonces la etapa genital en cuatro fases más que representan la maduración juvenil y adulta hasta la ancianidad (Martínez Ocaña, 2018). Cada una de las ocho etapas incluye su propia crisis importante, cada etapa proporciona oportunidades nuevas para que se desarrollen fuerzas del “yo” o “virtudes básicas” (Montes De Oca González, Macías Bestard, Vera Vergara, Maynard Bermúdez y Maynard Bermúdez, 2009).

Las diversas tareas descritas por el autor se establecen en base a la tarea del infante, llamada “confianza-desconfianza”. Al principio resulta obvio pensar que el niño debe aprender a confiar y no a desconfiar. Pero Erikson determina muy claramente que se debe aprender que existe un balance, y que hay que más por cultivarse sobre la confianza, pero también algo de desconfianza de manera que no nos convirtamos en adultos torpes (Restrepo, 2002).

Cada fase tiene un tiempo óptimo también, existe un lapso para cada función. Como ya se mencionó, si se supera bien por un estadio, se llevan ciertas virtudes o fuerzas psicosociales que ayudarán en el resto de los estadios de la vida; por el contrario, si no va tan bien, se podrán desarrollar mal adaptaciones o malignidades, así como poner en peligro el desarrollo faltante. De las dos, la malignidad es la peor, ya que comprende mucho de los aspectos negativos de la tarea o función y muy poco de los aspectos positivos de la misma, tal y como presentan las personas desconfiadas. Por otro lado, la mal adaptación no es tan mala y comprende más aspectos positivos que negativos de la tarea, como las personas que confían demasiado.

Erikson también tuvo algo que decir con respecto a las interacciones de las generaciones, lo cual llamó mutualidad. Ya Freud había establecido claramente que los padres influían de una manera drástica el desarrollo de los niños. Pero Erikson amplió la explicación, partiendo de la idea de que los niños también influían al desarrollo de los padres; por ejemplo, la llegada de un nuevo hijo representa un cambio de vida considerable para una pareja y remueve sus trayectorias evolutivas.

Para Pérez Pinzón y Pérez Castro (2006):

(…)

c. El nacimiento de la conducta antisocial está relacionado principalmente con dos fenómenos:

i. La insatisfacción de ciertas necesidades del niño, como atención, seguridad, dependencia, interacción y experiencias.

ii. La imposibilidad de llevar a cabo ciertas tareas inherentes del desarrollo, como aceptación del propio rol, establecimiento de nuevas relaciones, adquisición de patrones de conducta, y elección y preparación para el futuro.

d. En fin, genéricamente hablando, los niños de ambientes sociales deficitarios, en riesgo de delincuencia, no disponen de suficientes oportunidades, por lo que resultan retrasados en su desenvolvimiento cognitivo socio-moral. Igualmente, fracasan a la hora de desplegar obstáculos cognitivos contra las influencias antisociales y las tentaciones (p. 76).

Esas etapas del desarrollo psicosocial se muestran de la siguiente manera, Erikson les llamaba “Estadios” refiriéndose a una región, hace un tipo de fusión de las etapas de Freud con sus etapas (Freedman, Et. al., 1979; Morris, 1992; Feldman, 1996; Engler, 1995).

Estadios psicosociales

Estadio sensitivo oral: Confianza vs. Desconfianza: Esperanza

La confianza se establece cuando a los bebés se les da contacto, amor y cuidado adecuado. La desconfianza es causada por un cuidado incorrecto y por padres indiferentes o que rechazan a sus hijos.

Se da desde el nacimiento hasta un año y medio de edad y la relación más significativa se da con la madre. Durante los primeros meses de vida, la boca es la zona más sensible del organismo. El niño une, como alimento, un pezón o un pulgar. Existe hambre de alimento y de estimulación de los órganos de los sentidos y de toda la superficie de la piel. Según lo que sucede entre el niño y la madre, que es también portadora de los valores de la sociedad, el niño desarrolla un sentimiento básico de confianza en que sus deseos serán satisfechos con frecuencia o una sensación de que va a perder la mayor parte de lo que desea (Bordingnon, 2005).

Durante los segundos seis meses, el estilo social predominante se desplaza de recibir a tomar, manifestado oralmente por el mordisco; sin embargo, el niño lactante observa que se le quita el pezón cuando muerde, está empezando el destete, también empieza el dolor o la nostalgia. Pero sí su confianza básica es fuerte, puede promover una fuente interna de esperanza duradera en vez de un pozo de condena; por lo tanto, su modalidad psicosocial es tomar y dar en respuesta

Los niños desarrollan sentimientos de confianza si sus demandas físicas y necesidades psicológicas de apego son satisfechas constantemente y sí sus interacciones con el mundo son generalmente positivas. Por otra parte, un cuidado inconsciente junto con interacciones desagradables con los demás, pueden desarrollar desconfianza en el niño y disminuir su capacidad para enfrentarse a las situaciones planteadas por la siguiente etapa del desarrollo.

La falta de un sentido de confianza en los niños hace que exhiban signos de inseguridad, si sus madres los abandonan incluso por un momento. Parece esencial que el niño experimente seguridad en la satisfacción de sus necesidades a través del cuidado afectuoso y constante de cuantos lo atienden.

Un equilibrio apropiado de confianza y desconfianza conduce al desarrollo de la virtud de esperanza, virtud humana básica sin la cual somos incapaces de sobrevivir. La esperanza representa una evidencia persistente de que nuestros deseos pueden ser satisfechos a pesar de la decepción y fracasos. La esperanza es la base de la fe, reflejada en compromisos maduros (Restrepo, 2002).

Si los padres son incapaces de cuidar al bebé, lo rechazan o no satisfacen sus necesidades, el niño desarrollará desconfianza. Por otro lado, los padres sobreprotectores harán que su niño desarrolle la tendencia maladaptativa que Erikson llamó desajuste sensorial y consiste en ser una persona excesivamente confiada y en ocasiones crédula pues no concibe que alguien le quiera hacer daño y utiliza todas sus defensas para retener esa perspectiva. La tendencia maligna se inclina más hacia la desconfianza y estos niños van a desarrollar lo que el autor llamó desvanecimiento, para explicar que serán personas depresivas, paranoides e incluso desarrollar una psicosis (Restrepo, 2002).

Así se puede explicar la incapacidad de los antisociales para tener un compromiso con alguien, ya sea laboral o afectivo, incluso se descuida así mismo, no tiene confianza en el mundo, pues desde pequeño ha sido víctima (Hart, Cox y Hare, s.f.).

Estadio muscular anal: autonomía vs vergüenza y duda: voluntad

Los padres ayudan a fomentar la autonomía alentando a los niños a que intenten habilidades nuevas; sin embargo, los esfuerzos toscos del niño a menudo los llevan a tirar líquidos, caerse, mojarse y otros accidentes. Por tanto, los padres que ridiculizan o sobreprotegen a sus hijos pueden provocar que duden de sus habilidades y sientan vergüenza de sus acciones (Steinberg, 2006).

Se da entre un año y medio a tres, las relaciones significativas en este estadio se dan con los padres. En esos años el niño aprende a andar por sí mismo, a alimentarse, a hablar y a controlar los músculos de su orificio anal. Tiene entonces como modalidad psicosocial el elegir entre dos estilos sociales: 1) Conservar, o 2) expulsar.

Asimismo, el niño que anda lucha por dominar toda su persona en contradicción con fuerzas restrictivas, como los deseos de los padres. Un niño educado o descontrolado sobre su personalidad se convierte en aquél que viola las reglas más comunes de la vida y puede dar lugar a caer en conductas prohibidas.

La lucha por la autonomía no se limita a las sesiones en el cuarto de baño, sino que se extiende a muchas otras áreas de la vida conforme el “yo” comienza a establecer la independencia psicosocial. Los niños que comienzan a caminar, que están obteniendo beneficios rápidos en maduración neuromuscular, verbalización y juicio social, comienzan a explorar de manera independiente y a interactuar con su ambiente. El negativismo en este estadio, cuya palabra favorita en los niños de dos años es “no”, hace evidente su lucha por intentar la autonomía (Bordingnon, 2005).

Sí los padres animan al niño a confiar en sus propias capacidades y le proporcionan un ambiente que no es injusto, caprichoso o demasiado difícil, obtiene cierta confianza en su independencia. Por el contrario si se le dice que sus heces son malas, si se le prohíben muchas cosas, entonces se siente enfurecido por su impotencia, tonto y avergonzado (Steinberg, 2006).

Una vez que se siente avergonzado, desconfía de lo correcto de sus propios actos, pensamientos y sentimientos y empieza a dudar de sí mismo. Esto convierte a los niños en personas cohibidas, con problemas de expresión que posiblemente se traduzca en deficiencias de interacción social.

Si los padres, profesores y niños mayores rebajan o degradan los logros del niño, este puede sentirse inútil, sucio, malo y comenzar a creer que nada de lo que produce tiene valor. Aquí se pueden observar los fundamentos de un profundo sentido de duda en sí mismo, vergüenza e inferioridad. Algunos padres fomentan estos sentimientos, porque son impacientes, continuamente regañan al niño por hacer mal las cosas o siempre los castigan por cosas que rebasan las capacidades del niño (Restrepo, 2002).

A veces los padres esperan que los niños ya sepan hacer las cosas y se molestan cuando estos no actúan como los padres requieren, humillándolos. Así se llega a que en la adultez se repita el mismo patrón de el padre humillando a sus hijos, incluso a tomar un odio profundo a los padres. En esta etapa los niños deben desarrollar independencia y autonomía si se fomenta su exploración y su libertad o experimentan vergüenza, indecisión e infelicidad si se les reprime o sobreprotege.

Si los padres ejercen demasiado control, los hijos no podrán desarrollar su propio sentido de control sobre su entorno; si los padres ejercen un control deficiente, los hijos serán demasiado demandantes y controladores.

La voluntad es la virtud correspondiente a esta etapa, es un crecimiento natural de la autonomía. Es claro que en los años en que el niño comienza a caminar solo surgen las bases, pero esta voluntad formará un sentido maduro de poder de esta. Esta es una valentía inquebrantable de ejercer la libertad de elección y el control de sí mismo y forma la base para nuestra aceptación subsiguiente de las normas sociales.

Sin embargo para Erikson un poco de duda y vergüenza no solo es inevitable sino que puede ser bueno. Sin ello, desarrollará la tendencia maladaptativa que llamó impulsividad, una especie de premeditación sin sentir vergüenza que en los próximos estadios se manifestara como el correr riesgos sin ponerse limites y sin considerar las arbitrariedades que esto puede causar. La tendencia maligna la llamó compulsividad, describiendo a una persona compulsiva como aquellas que sienten que las tareas deben llevarse a cabo correctamente, necesitan seguir las reglas en forma precisa y evitan errores a toda costa ya que constantemente dudan se di mismos (Steinberg, 2006).

Estadio genital locomotor: iniciativa vs culpa: determinación

Los padres refuerzan la iniciativa dando a los niños autonomía para jugar, hacer preguntas, usar la imaginación y preferir actividades. Los sentimientos de culpa se forman si los padres reprochan con severidad, impidiendo el juego o acobardan las preguntas de un niño (Woolfolk, 2006).

Se da entre los tres y seis años de edad, las relaciones significativas se dan dentro la familia. En esta etapa, el gran conflicto del niño está entre emprender actividades en forma independientes y la culpabilidad que surge de las consecuencias indeseables e inesperadas de tales actividades.

Los esfuerzos por la iniciativa, como la lucha por la autonomía, a menudo causan una colisión entre el niño y las personas con autoridad que pueden hacerlo sentirse culpable por entrometerse y afirmarse a sí mismos. El niño desea y compite por cosas que los adultos consideran sus ventajas; por ejemplo, distraer la atención de uno de los padres (Bordingnon, 2005).

Si los padres son demasiado rigurosos con el niño y lo reprimen por inferir en sus actividades, el niño desarrollará un sentido de culpa, inferioridad y de imprudencia. Su modalidad psicosocial es el modo intruso, ir más allá. Como su intrusión y curiosidad no solo se extiende a cuestiones sexuales sino a muchos otros intereses, la palabra característica es: “¿Por qué?”.

Respecto al complejo de Edipo, Erikson prefería llamarlo complejo generacional temprano; desde el punto de vista de la evolución, es la primera experiencia del niño con lo relacionado con las reproducciones y el crecimiento. Afirma que el intento de desarrollar un sentido de iniciativa adquiere un aspecto sexual.

El niño se interesa románticamente por su madre y se dedica activamente a un cortejo. La niña se interesa románticamente en su padre, su forma de ser se torna en modalidades de atrapar la atención del padre, ser atractiva y cariñosa. Cuando se dan cuenta que pueden ser castigados por dicha conducta necia de cortejo, el deseo que se tiene por los padres pasa a convertirse en que ellos algún día serán en padres también. Esto les da iniciativa para llevar a cabo cosas en diversos ambientes (Woolfolk, 2006).

El niño está listo en esta etapa para los comienzos de las aventuras en equipo y el trabajo productivo. Estas actividades pueden fortalecer sus capacidades para cumplir los requerimientos en la siguiente etapa, en la que enfrentará nuevos problemas. Si el desarrollo del niño es normal durante esta etapa, Erikson afirma que el “yo” logra otra fuerza importante.

La virtud que surge de la dualidad de la iniciativa contra la culpa es la determinación, una visión del futuro que da dirección y enfoque a los esfuerzos mutuos. La determinación permite desarrollar poco a poco un sentido de la realidad que es definido por lo que es alcanzable.

Para Erikson demasiada iniciativa y poca culpa determinara la tendencia maladaptativa que llamó crueldad, explicando que estas personas toman la iniciativa en cualquier área de su vida pero sin tomar en cuenta a quien tiene que pisotear para lograr su objetivo, sus sentimientos de culpa son débiles y comentaba que la forma extrema de la crueldad es la psicopatía. La culpa exagerada llevara a la persona a la malignidad que Erikson llamó inhibición, describiendo a las personas inhibidas como aquellas que no probaran cosa alguna ya que “si no se participa, nada se pierde” y de esa forma no se sentirá culpable y menciona el autor que desde el punto de vista sexual la persona inhibida es impotente o frígida (Woolfolk, 2006).

Periodo de latencia: Laboriosidad vs. Inferioridad: Competencia

Los niños aprenden un sentido de laboriosidad si ganan aplausos por actividades productivas, como construir, pintar, cocinar, leer y estudiar. Sí los esfuerzos de un niño son considerados desordenados o inconvenientes, se obtiene como resultado sentimientos de inferioridad. La laboriosidad implica aprender a hacer algo y hacerlo bien. Por el contrario si en su desarrollo ha dejado residuos pasados de desconfianza, duda y culpa, pueden tener dificultad para desempeñarse en un nivel óptimo (Bordingnon, 2005).

Se da entre los seis y doce años de edad, estando en la escuela y el vecindario las relaciones más significativas. Con un sentido básico de confianza, un sentido adecuado de autonomía y una dosis apropiada de iniciativa, el niño entra en la etapa de desarrollar laboriosidad (Steinberg, 2006).

En esta etapa se les hacen demandas a los niños. Ya no son amados tan sólo por el hecho de existir, se espera que realicen tareas (en diferentes áreas) y que sean productivos en cierta medida.

Durante este período, el desarrollo psicosocial exitoso se caracteriza por un aumento de la competitividad para realizar todo tipo de tareas, sean interacciones sociales o habilidades académicas. El niño aprende a ganar recompensas y alabanzas. Por lo general los niños están deseosos de ser como los adultos y, si no se reprimen sus esfuerzos, gustosamente cumplirán las demandas que se les hacen. En contraste, las dificultades en esta etapa provocan sentimientos de fracaso o inadecuación. El peligro del niño, en esta etapa, radica en el sentido de insuficiencia e inferioridad (Woolfolk, 2006).

Los niños de esta edad están listos para aprender a trabajar y necesitan desarrollar un sentido de competencia, fuerza del “yo” o virtud asociada con esta etapa. La competencia envuelve la capacidad de usar su inteligencia y habilidad para realizar trabajos que son de valor en la sociedad.

Para Erikson, una actitud demasiado laboriosa puede llevar a la tendencia maladaptativa de virtuosidad dirigida, conducta que podemos observar en niños a los que no se les permite “ser niños” cuyos padres o profesores empujan en un área de competencia, sin permitir el desarrollo de intereses más amplios. Estos son los niños sin vida infantil: niños actores, atletas, músicos, niños prodigio, en definitiva. Todos admiran su laboriosidad, pero todo ello se sustenta en una vida vacía. La malignidad y que se da más comúnmente es la llamada inercia. Esto incluye a todos aquellos de que poseen un complejo de inferioridad; por ejemplo, a muchos de nosotros no nos ha ido bien en matemáticas, entonces nos sentimos incapaces de asistir a otra clase de matemáticas, otros fueron humillados en el gimnasio, entonces nunca harán ningún deporte, otros nunca desarrollaron habilidades sociales (la más importante de todas), entonces nunca saldrán a la vida pública. Se vuelven seres inertes (Woolfolk, 2006).

La teoría de Erikson sugiere que el desarrollo psicosocial de las personas continúa durante toda la vida, ya que existen cuatro crisis más posteriores a la infancia.

Estadio de la pubertad y adolescencia: identidad vs confusión de roles: fidelidad

El adolescente debe construir una identidad, creada por las percepciones de sí mismo y de las relaciones con los demás. Las personas que no desarrollan un sentido de identidad sufren de confusión de roles, una inseguridad acerca de quiénes son y hacia dónde van (Martínez Ocaña, 2018).

La búsqueda de la identidad es una expresión de uso frecuente que se ha asociado con el trabajo de Erikson. Afirma que esta, aun cuando sea una preocupación característica de la adolescencia, siempre se presenta a lo largo de toda la vida, alcanza su punto crítico durante la adolescencia, ya que en esta hay muchos cambios significativos en toda la persona, pero especialmente en el “yo” (Bordingnon, 2005).

La quinta etapa ocurre en la adolescencia, las relaciones significativas se dan a través de grupos y modelos de roles. Esta etapa representa un periodo de prueba importante, ya que las personas buscan/quieren determinar lo que es único y especial respecto de sí mismas. Intentan descubrir quiénes son, cuáles son sus habilidades y qué tipos de labores podrían desarrollar mejor el resto de su vida; es decir, su identidad (Martínez Ocaña, 2018).

La confusión al elegir el papel más apropiado puede provocar una falta de identidad estable, la adquisición de un rol socialmente inaceptable como es el del delincuente o el drogadicto, o dificultad para mantener en el futuro relaciones personales fuertes (Huerta Orozco, 2018).

En el periodo de identidad vs. Confusión de roles, es clara una gran presión por identificar lo que se desea hacer con la vida. Debido a que esta necesidad surge en una etapa importante de cambios físicos y sobre lo que la sociedad espera de ellos, los adolescentes pueden encontrar esta etapa especialmente difícil (Montes De Oca González, Macías Bestard, Vera Vergara, Maynard Bermúdez y Maynard Bermúdez, 2009).

Esta etapa tiene otra característica importante: Minimiza la dependencia en los adultos como fuentes de información, y un desvío hacia el grupo de pares como fuente de juicios sociales. Gradualmente, el grupo de pares tiene mayor importancia, lo que les permite entablar relaciones íntimas, parecidas a las de los adultos y ayudar a clarificar su identidad personal (Martínez Ocaña, 2018).

La indecisión y confusión permiten con frecuencia que los jóvenes se alíen para formar una especie de subcultura; podrá ser pasiva/adaptada o antisocial (Tieghi, 2011). La adolescencia es la última etapa de la infancia; sin embargo, el proceso adolescente queda concluyentemente completo solo cuando el individuo ha empleado sus identificaciones infantiles a una nueva clase de identificación, lograda al absorber la sociabilidad, y en un aprendizaje competitivo con sus compañeros de edad (Hart, Cox y Hare, s.f.).

Estas nuevas identificaciones no están ya caracterizas por la alegría de la infancia y el entusiasmo experimental de la juventud, con urgencia extrema obligan al adolescente a tomar opciones y decisiones que, con creciente prisa lo llevan a comprometerse para toda la vida; por ejemplo, drogadicción, embarazos no deseados, homosexualismo, prostitución, entre otros fenómenos (Tieghi, 2011). En otros casos tendrán que tomar decisiones correctas de valor importante en su vida; por ejemplo, su profesión.

La fidelidad es la virtud o fuerza del “yo” desarrollado en estos tiempos; el adolescente está listo para aprender a ser fiel a un punto de vista ideológico. La fidelidad consiste en la capacidad para sostener honestidades con autonomía.

Cuando se da demasiada identidad yoica se cae en la tendencia maladaptativa que Erikson llamó fanatismo, esto se observa en las personas que están muy comprometidas con un rol en particular ya sea de una sociedad o de una subcultura y le resta espacio a la tolerancia ya que un fanático cree que su forma de ser es la única que existe, envuelven a otros a su alrededor sin importarles el derecho de los demás a estar en desacuerdo (Woolfolk, 2006).

Más problemática resulta la falta de identidad y Erikson llama a esta tendencia maligna repudio, son personas que desprecian su membresía en el mundo adulto e incluso repudian su necesidad de una identidad, en este caso los adolescentes se fusionan con grupos que les puedan proporcionar ciertos rasgos de identidad como sectas religiosas, grupos militaristas, aquellos grupos que se han separado de las corrientes sociales y se pueden introducir en actividades destructivas como drogadicción, alcoholismo e incluso adentrarse en sus propias fantasías psicóticas; después de todo es mejor ser malo que no saber quién soy (Fierro, 2006).

Estadio de juventud adulta: intimidad vs aislamiento: amor

Erikson se refiere a intimidad como la capacidad para preocuparse por los demás y comunicar experiencias. Si no se llega a establecer intimidad con los demás, se experimenta un sentido profundo de aislamiento; es decir, sentirse solo y abandonado en la vida.

Durante los años universitarios, la mayoría de los estudiantes entran en esta etapa que cubre el momento de la vida adulta temprana, de aproximadamente los 18 a los 30 años de edad, en la cual lo fundamental es desarrollar relaciones estrechas con los demás (Papalia, Wendkos Olds y Dustin Feldman, 2009). Las diferencias en esta etapa producen sentimientos de soledad y miedo ante esas relaciones, mientras que las respuestas exitosas de la crisis de esta etapa abren la posibilidad de establecer contactos íntimos tanto a nivel físico como intelectual y emocional (Bordingnon, 2005).

Las interacciones sociales son significativas a lo largo de toda la vida, pero durante el estado adulto alcanzan un punto especial. La intimidad en las relaciones humanas presupone otros logros importantes y por lo tanto, muchas personas son incapaces de lograrla. Difícilmente se puede formar una relación íntima sin una confianza básica en el otro (Restrepo, 2002).

Entonces, también, la relación íntima se construye sobre la autonomía segura de ambas partes; la persona con la realidad bien presente puede dar más que el individuo dependiente, desvalido, que solo desea recibir. Un sentido de iniciativa bien desarrollado capacita a los cónyuges a realizar cosas productivas para el otro. Un sentido de laboriosidad capacita a cada uno a mostrar amor en una forma perceptible, haciendo cosas en forma competente para su pareja. El sentido de identidad proporciona a la pareja el papel de “yo” estable, una capacidad sana para la fidelidad y una serie bien definida de valores y prioridades (Montes De Oca González, Macías Bestard, Vera Vergara, Maynard Bermúdez y Maynard Bermúdez, 2009).

La incapacidad para establecer relaciones íntimas satisfactorias a menudo deja a las personas con sentido profundo de aislamiento y extrañeza. Aunque las personas sean capaces de sobrellevar su trabajo y mantener alguna apariencia de intimidad en las relaciones superficiales, pueden experimentar un sentimiento profundo de vacío y soledad. La mayoría de las personas parece tener una necesidad intensa de amar y de ser amada. Si estas necesidades no se satisfacen, surge un carácter obsesivo de estar incompleto (Woolfolk, 2006).

En este estadio surge la virtud del amor como una fuerza del “yo”. Esto no significa negar la participación del amor en las etapas previas sino que en la edad adulta joven el individuo es capaz de transformar el amor recibido en la infancia y comenzar a cuidar a otros. El amor además representa una devoción mutua que es capaz de vencer el antagonismo entre los sexos.

La tendencia maladaptativa que Erikson llama promiscuidad, se refiere particularmente a volverse demasiado abierto, muy fácilmente, sin apenas esfuerzo y sin ninguna profundidad o respeto por su intimidad y se puede dar tanto con el amante, como con los amigos, compañeros y vecinos. La exclusión es la tendencia maligna y en este caso la persona se aísla de sus seres queridos o parejas, amigos y vecinos, desarrollando como compensación un sentimiento constante de cierta rabia o irritabilidad que le sirve de compañía (Woolfolk, 2006).

Estadio de madurez: generatividad vs estancamiento: cuidado

Según Erikson, el interés de guiar a la sucesiva generación es la fuente principal de equilibrio en la edad adulta madura. A esto se le llama interés en la siguiente generación, donde se expresa la preocupación por uno mismo, por los hijos y por los descendientes. El trabajo productivo también puede dar expresión a esta cualidad. Si se carece de interés en la próxima generación se tiene un estancamiento en la preocupación por las necesidades y la comodidad de uno mismo. La vida pierde significado y la persona se siente amargada, aburrida y atrapada, sé es egoísta (Bordingnon, 2005).

Freud sostenía que junto con la capacidad de amar, la capacidad de trabajar en forma eficaz es una señal de madurez. Erikson parece estar de acuerdo con ambos requerimientos, amar y trabajar, y ha delineado una etapa de la vida que ha llamado generatividad para describir la necesidad de un trabajo y afecto productivos.

Se da en la fase media de la edad adulta y las relaciones significativas se dan en el hogar y con los compañeros del trabajo. La generatividad se refiere a la donación que una persona hace a su familia, comunidad, trabajo y sociedad en su conjunto. El éxito en esta etapa se expresa por medio de sentimientos positivos sobre la comunidad de la vida (Montes De Oca González, Macías Bestard, Vera Vergara, Maynard Bermúdez y Maynard Bermúdez, 2009).

Las dificultades conducen a subestimar las actividades personales y a un sentimiento de estancamiento o de no haber hecho cosa alguna para las generaciones siguientes; de hecho, si una persona no ha resuelto con éxito la crisis de identidad de la adolescencia, puede tener serios problemas para elegir un rumbo (Huerta Orozco, 2018).

El cuidado es la fuerza del “yo” que surge durante los años intermedios. El adulto precisa ser necesitado. El cuidado implica hacer algo por alguien. El cuidado también es capaz de vencer los sentimientos ambivalentes inevitables que están implicados en la relación padre-hijo.

Erikson llamó sobreextensión a la tendencia maladaptativa de este estadio y menciona que existe personas que tratan de ser tan productivas que no se dan tiempo para relajarse y descansar y no logra contribuir a la sociedad, son personas que están inmersas en un sinnúmero de actividades o causas, o bien tratan de mantener todos los trabajos posibles que al final no tiene tiempo para hacer ninguna de esas actividades. La tendencia maligna es de rechazo lo que supones muy poca actividad y mucho estancamiento, son personas que tiene una mínima contribución en la sociedad.

Erikson también habla que en este estadio se da la crisis de la edad mediana, y los hombres y mujeres que se hacen la terrible pregunta: “¿Qué estoy haciendo aquí?” en lugar de preguntarse por quien están haciendo lo que hacen, dado que la atención recae sobre ellos mismos, esto se debe al pánico a envejecer y no haber logrado las metas que tuvieron cuando jóvenes, entonces tratan de recapturar su juventud y el ejemplo más contundente se da en los hombres que pueden llegar a dejar a su esposa, abandonar su trabajo, se visten muy juveniles y frecuentan lugares para solteros (Woolfolk, 2006).

Integración del “yo” vs desesperación: sabiduría

La persona que ha vivido en forma llena y responsable desarrolla un sentido de integridad; es decir, respeto por sí misma. Esto permite a la persona afrontar el envejecimiento y la muerte con dignidad. Si los acontecimientos anteriores se ven con arrepentimiento, el anciano siente desesperación; es decir, pesar y remordimiento. El envejecimiento y la amenaza de la muerte se vuelven entonces fuentes de temor y depresión (Bordingnon, 2005).

Esta es la última etapa del desarrollo psicosocial. Abarca la última fase de la vida adulta y prosigue hasta la muerte. El éxito para resolver las dificultades que presenta esta etapa de la vida crea un sentimiento de logro y sabiduría.

La perspectiva de llegar al final de la vida puede producirles profunda angustia a muchas personas. Los ancianos experimentan dificultades, que varían de dolores y malestares físicos, de pereza y pérdida de interés en las cosas y las personas, hasta sentimientos de inutilidad, aislamiento y desesperación. Erikson no cree que el último periodo de la vida deba ser desolado y aterrador para todos; no lo es para quienes han cumplido con éxito las tareas de las etapas previas (Montes De Oca González, Macías Bestard, Vera Vergara, Maynard Bermúdez y Maynard Bermúdez, 2009).

Según estos estudios, algunos ancianos declaran que no les atemoriza pensar en su propia muerte habiendo vivido sus vidas con totalidad, no desean una existencia perpetua en la Tierra. Esto es, sí cada periodo fue vivido plenamente a su tiempo, y no quedaron necesidades insatisfechas para atormentarlos. Las dificultades generan remordimiento sobre lo que pudo haberse alcanzado y no se logró. Además de que ya se es tarde para empezar de nuevo. La virtud de esta etapa es la sabiduría. Esta permite al individuo darle a su vida un cierre apropiado. Es la capacidad para mirar hacia atrás y reflexionar sobre la propia vida frente a la muerte inminente.

La tendencia maladaptativa de este estadio es llamada presunción, y esto ocurre cuando la persona “presume” de una integridad yoica sin afrontar de hecho las dificultades de la senectud. La tendencia maligna es la llamada desdén y Erikson la define como un desacato a la vida, tanto propia como la de los demás.

Uno de los puntos más importantes de la teoría de Erikson es su afirmación de que el desarrollo no termina en la adolescencia, sino que continúa durante la vida adulta. Antes de Erikson, con Freud, la hipótesis existente sostenía que el desarrollo psicosocial terminaba, en gran parte, junto con la adolescencia. Erikson contribuyó a establecer que el desarrollo continúa a lo largo de la vida.

Desarrollo y funcionamiento anormal: proximidad a las conductas antisociales y criminales

La teoría de Erikson de zonas y usos constituye el esquema mediante el cual pueden comprenderse ciertas formas de mal funcionamiento. Al analizar las ocho etapas de la vida según Erikson, hay que tener en cuenta que cada etapa, si es encontrada y vivida triunfantemente agrega un valor al “yo”. Erikson se refiere a esas ganancias como fuerzas del “yo” (Huerta Orozco, 2018).

Fue un psicólogo destacado que incluyó en su sistema lo que tradicionalmente se llama como virtudes (esperanza, voluntad, valor, determinación, fidelidad). Para Erikson, esas fuerzas del “yo” no son sublimaciones sino verdaderos logros.

Conforme el niño crece, hay cambios en las potencialidades y capacidades, pero también un aumento en su vulnerabilidad a sufrir daño. Al aprender a hacer más por si mismo, el niño aumenta su susceptibilidad a las frustraciones y conflictos (Ríos Patio, 2017). Y aunque la realización acertada de un logro en particular prepara al niño a vivir de una manera más eficaz, puede fácilmente reincidir o regresar. No obstante, si una crisis no se resuelve con éxito en la etapa adecuada del desarrollo, las experiencias posteriores pueden aumentar el daño psicológico producido por padres crueles o negligentes.

Pero debe notarse que un logro alcanzado en la etapa apropiada puede preparar al niño en crecimiento para encargarse de las tareas de la siguiente etapa; por lo tanto, tendrá una posibilidad aún mayor de volverse una influencia continua en el desarrollo del niño, conforme sean dominadas las tareas subsecuentes.

Cuadro 1. Las etapas del desarrollo psicosocial

Etapa

Edad aproximada

Resultados positivos

Resultados negativos

Virtudes del “yo”

Confianza vs. Desconfianza

Nacimiento a un año y medio

Sentimientos de confianza debido al apoyo del entorno

Miedo y preocupación hacia los demás

Esperanza

Autonomía vs. Vergüenza y duda

Un año y medio a tres años

Autosuficiencia si se promovió la exploración

Dudas acerca de si mismo, carencia de independencia

Voluntad

Iniciativa vs. Culpa

Tres a seis años

Descubrimiento de formas de iniciar las acciones

Culpa en cuanto a acciones y pensamientos

Determinación

Industria vs. Inferioridad

Seis a 12 años

Desarrollo de un sentimiento de capacidad

Sentimiento de inferioridad, carencia de sentimiento de capacidad

Competencia

Identidad vs. Confusión de roles

Adolescencia

Conciencia de ser único, conocimiento del papel a seguir

Falta de habilidad para identificar roles adecuados en la vida

Fidelidad

Intimidad vs. Aislamiento

Primera fase de la edad adulta

Desarrollo de relaciones sexuales amorosas y de amistades íntimas

Miedo de interactuar con los demás

Amor

Generatividad vs. Estancamiento

Fase intermedia de la edad adulta

Sentimiento de ayuda a la continuidad de la vida

Subestimación de las actividades propias

Cuidado

Fuente: Elaboración propia.

Elementos de política criminal basada en Erikson

DiCaprio (1989, pp. 202-205), acertadamente indica para el interés político criminal, algunas opiniones en base a la teoría eriksoniana sobre la personalidad sana o como él la llama vida ideal.

Confianza

El sentido de confianza no sólo es esencial para el lactante sino para todos. Un sentido de confianza capacita para tomar decisiones en situaciones desfavorables. Se requiere tener seguridad o confianza en sí mismos y en el ambiente. Sin confianza, se experimenta temor, emoción paralizante que impide la conducta. La esperanza se refiere a expectativas positivas en ausencia de pruebas que las apoyen (Restrepo, 2002).

Constantemente se toman decisiones sobre asuntos importantes, el resultado de las cuales trae consigo incertidumbre y riesgo. Erikson también incluye en el sentido de confianza el poderoso beneficio del respeto y la reverencia hacia la gente. La vida es enriquecida en gran medida por nuestras relaciones sociales, incluso por nuestra relación con seres sobrenaturales. El sentido de confianza debe abarcar la fe en la gente.

Autonomía

La capacidad de preferir, tomar decisiones y efectuarlas juega un papel importante prácticamente en todo lo que se hace. Se considera el valor de la vida: El autocontrol, autodisciplina, autoafirmación y el poder de la voluntad. La capacidad de decir: “Sí” o “No” a los propios impulsos, a las presiones del ambiente y a las perspectivas futuras, es una dimensión importante de la vida efectiva (Steinberg, 2006).

Todos deben ser esforzados al enfrentar las distracciones, frustraciones, las propias resistencias internas y los problemas diarios que atormentan. La persistencia y perseverancia son cualidades deseables derivadas del valor. Para ejercitar la voluntad sensatamente, se requiere tener un juicio sano en relación con la conducta correcta y la equivocada. La sensibilidad a los patrones y prácticas sociales, culturales, legales y personales contribuyen ciertamente a la vida efectiva (Marcial, 2006).

Iniciativa

Satisfacer las necesidades y los deseos de una manera ordenada es otro espacio importante en la vida sana. Tener un propósito en la vida confiere significado. El sentido de iniciativa es auxiliado por los objetivos a corto plazo y fomenta una aproximación vigorosa a la vida.

Erikson incluye como una característica de la iniciativa la identificación con papeles auténticos, sentirse cómodo con los papeles culturalmente aceptados y que se adaptan a las capacidades, disposiciones y necesidades, es sin duda una ventaja valiosa en la vida (Marcial, 2006).

Laboriosidad

El sentido de laboriosidad apoyada por la competencia en áreas necesarias de ejecución es otro logro importante en el “yo”. La vida con éxito en cualquier sociedad depende de la posesión de habilidades valiosas. Se concede categoría y valor propio, por las habilidades que se poseen. El éxito depende de las competencias, conocer y practicar las formalidades de la cultura fomenta experiencias de éxito. El ser víctimas o amos de las propias circunstancias depende en alto grado de la competencia.

Identidad

Lograr un sentido de identidad ayuda a resolver muchos conflictos importantes en la vida. Ser capaces de encontrar continuidad en los diversos papeles da cierta estabilidad y unidad.

La identidad define el lugar en la estructura social. Identificarse con papeles aceptables ayuda a confirmar el sentido de dignidad. La mujer valorada por sus hijos resulta ayudada a establecer su identidad como madre. Si ella es amada y respetada por su esposo, su identidad como esposa se afirma y se define. Si sus padres piensan que ella es hija, madre y esposa excelentes, su identidad recibe más apoyo y definición. Si en su profesión es estimada, se fortalece otro aspecto de la identidad (Huerta Orozco, 2018).

Dos aspectos importantes de la identidad son el compromiso ideológico y la fidelidad. Por compromiso ideológico, Erikson quiere decir tener valores y prioridades que funcionan en una sociedad en particular. Por la virtud de la fidelidad, quiere decir la capacidad de hacer compromisos y acatarlos. Estos son atributos esenciales para la vida efectiva (Fierro, 2006).

Intimidad

El sentido de intimidad es uno de logros humanos más distintivos. Sus beneficios son muchos. Su ingrediente esencial, la capacidad de amar enriquece en gran medida la vida. El sentido de intimidad está formado por algunos de las más notables emociones y sentimientos. La vida es apoyada, en gran parte, por las muchas afiliaciones con otras personas. Ser capaz de participar en las relaciones sociales con una gran diversidad de personas es una ventaja valiosa.

Generatividad

Los atributos de productividad y generatividad requieren la utilización de capacidades en la ejecución de trabajo útil. La sociedad proporciona una gran variedad de papeles aceptables de trabajo, aunque varíen en categoría. Ser capaz de trabajar productivamente es una fuerza principal del “yo”, que contribuye significativamente a la calidad de la vida.

El trabajo productivo no solo se limita a un empleo remunerado sino también a las obligaciones familiares y la vida comunitaria. La virtud del afecto hace a la familia un vehículo importante para la transmisión de la cultura. El afecto proporciona una valiosa cualidad a los papeles paternales. Erikson sostiene que la persona generacional está motivada a trasmitir lo que recibió de la generación anterior, un atributo necesario para la percepción de la cultura.

Integridad

La personalidad se fortalece a través de la sabiduría y unificación en la última etapa de la vida. Erikson parece atribuir un mayor control personal a los últimos estadios que en los primeros. El modelo que Erikson construyó contiene los ingredientes para un desarrollo y funcionamiento sanos.

Conclusiones

Se presentaron aspectos sobresalientes de la vida de Erikson, sus primeros años de vida y desarrollo, de los cuales, se pudiera decir que él mismo vivió una crisis sobre la cual construiría su teoría. Al presentar los puntos torales de su teoría psicosocial, se puede enlazar con la esencia de este artículo que ha sido el vincular a la Criminología con la teoría de Erikson para el entendimiento del desarrollo de las conductas antisociales, desviadas y criminales, partiendo de puntos meta que la vida presenta y que los sujetos deben desarrollar y que al no ser logrados en diversos momentos, los conduce a la desviación. La cual, al ser negativa, va tornando a los individuos hacia ciertas conductas antisociales. Presentado lo anterior, se hizo una breve propuesta de política criminológica de salud.

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Notas

  1. Doctorando en Filosofía con Acentuación en Estudios de la Educación por la Facultad de Filosofía y Letras (becario CONACYT) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Correo electrónico: wael.hikalcrr@uanl.edu.mx. Orcid https://orcid.org/0000-0003-1278-567X

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